Soy el típico gilipollas que cuando le preguntas qué se llevaría a una isla desierta siempre responde que un avión, combustible suficiente y un piloto experimentado para poder salir de ahí rápidamente. La verdad es que si me veo en esa situación me gustaría tener un ordenador al que no se le acabase la batería con el Nuclear Throne y algún Tetris. Eso sería diversión casi infinita total. De hecho, siempre que me preguntan (nunca lo hacen) mi juego favorito, suelo responder que el Tetris en su versión de GameBoy. Un juego de hace 30 años que sigue estando a la orden del día y sigue siendo terriblemente divertido y actual.
El año pasado salió a la venta Tetris Effect como título exclusivo de PS4. Tuve la oportunidad de probarlo con el casco de realidad virtual de la consola de Sony en el Fun & Serious y me encantó. Me gustó hasta tal punto que me planteé comprar una PS4 para poder jugarlo tranquilamente en casa. Un Tetris sinestésico creado por Tetsuya Mizuguchi a la cabeza del estudio Resonair. Este juego se trata de una de las grandes aspiraciones del japonés. Había creado otros juegos similares en el que mezclaba puzzles y música, pero su fijación estaba en conseguir hacer su propia versión del clásico de Alekséi Pázhitnov. Y vaya si lo ha hecho. Ha salido un juegarraco como la copa de un pino.
¿Qué ha cambiado en este año? Básicamente que este verano el juego se ha publicado para PC en la Epic Games Store. Si no estáis muy al día con el tema de los videojuegos (y concretamente los referidos a ordenadores), Epic Games es la desarrolladora de Fortnite, el fenómeno de masas del momento y ha montado su propia tienda digital. Esta tienda anda haciéndole la competencia a Steam (de Valve, creadores de Half-Life o Portal, entre otros juegos), la hasta ahora principal referencia de compra de videojuegos digital en PC. Hay una encarnizada pelea desde Epic para hacerse con títulos en exclusividad y evitar que los oferte su rival. Tetris Effect es uno de ellos.
¿Cómo definir Tetris Effect? Es el juego de siempre, pero diferente. Tiene dos modos de juego principales: modo viaje y modo effect. En el modo effect tienes la opción de jugar distintas propuestas. Desde un modo maratón clásico a ver cuánta puntuación sacas a un modo con eventos aleatorios que están continuamente cambiando el tablero de juego, pasando por una contrarreloj. Lo que viene a ser un Tetris de toda la vida, pero con diversos niveles y pruebas diferentes. Un modo de juego para echarle horas, horas y más horas. El modo viaje, en cambio, es la modalidad que más trabajada está y la que hace referencia a la sinestesia que mencionaba antes. Los movimientos de las piezas, las líneas y demás elementos jugables se combinan con la música y el entorno creando momentos realmente bellos y muy atractivos. Los hay mejores y los hay peores, pero todos son muy interesantes y merece la pena echar un ratillo disfrutándolos.
Poco más puedo añadir. Es un juego que me encanta y al que le dedico muchas horas porque se lo merece. Todos los días echo un par de partidillas para desconectar y no pensar en nada. Hay gente que medita, hay otras personas que tienen otras maneras de abstraerse y no pensar en nada. En mi caso, lo consigue el Tetris. Juego casi de manera automática, sin pensar mucho en lo que hago y, claro, así acabo haciendo puntuaciones lamentables. Pero es más importante lo que consigue transmitir. Esa paz y sosiego que me proporciona Tetris Effect me parece más interesante que las puntuaciones que puedo llegar a lograr. El relax por encima del entretenimiento y la definición pura de videojuego (los rankings de puntuaciones).
Un imprescindible que ha tardado mucho en llegar a mis manos, pero que ahora que está aquí, no lo sacan ni con agua caliente. Un pequeño respiro, un paréntesis que dirían los de Kit-Kat. Un juego totalmente recomendable que nos recuerda que aunque los principios sean sencillos y básicos, se puede seguir innovando más de 30 años después. Innovar sobre unas mecánicas sencillas y pulidas que apenas han cambiado, pero que el conjunto se ve como algo nuevo y fresco. Mi gran amor del verano se llama Tetris Effect.