A estas alturas ya sabréis que Bob Dylan ha sido galardonado por la Academia sueca con el Premio Nobel de Literatura por su poesía en forma de canciones y demás aportaciones al mundo de las letras con su música. El premio ha causado controversia en Twitter, como no. El cantante no aparecía en muchas quinielas, aunque algunos periodistas como Matías Néspolo si que han llegado a mencionarlo en sus cábalas. Con este galardón se vuelve abrir el debate sobre la idoneidad de estos reconocimientos. ¿Son realmente necesarios? No ya los Nobel, en general. Los Oscars, los Emmys, los Bitácoras…
Porque estamos en plena campaña de los Premios Bitácoras y, si bien es cierto que han perdido cierta viralidad en mi Twitter, la gente va a cuchillo a conseguir la nominación. En el caso de estos premios a los mejores blogs del año, el funcionamiento es simple. Se eligen a votación popular (a Barrabás, a Barrabás) durante un mes y los tres más votados se van a la final en la que elige un jurado de expertos en los blogs. Claro, el peaje para llegar a esa final es caro y cuesta bastante (lo digo por experiencia). Luego te plantas en la final y a poner cara de circunstancias cuando no ganas (que pasa con dos tercios de los participantes). No os voy a pedir el voto, ya lo he superado.
Lo que vengo a contar es el clásico tema de los premios. ¿Cómo se decide cuál es el mejor? ¿Qué criterios se siguen y por qué no suelen ser públicos? Volviendo al tema bitacorero, recuerdo que la campaña que lanzó Pixelillo y en la que me metí para liarla un rato acabó con la nominación del vitoriano. Un tiempo después de perder contra Kurioso (y quedar tercero), leí a un miembro del jurado las deliveraciones a la hora de emitir un voto. Uno de doce, más o menos.
Otra espinita la tengo clavada con Leioa. Me presenté al concursaco que organizaron el año pasado desde Behargintza Leioa para dar a conocer el municipio y perdí miserablemente. Para el recuerdo queda el reportaje en forma de post que elaboré del que me siento muy orgulloso. El fallo se realizó y el concurso lo ganó otra persona, pero no se saben los criterios que se sigueron para esa elección. Que no estoy aquí para llorar por no haber ganado, pero siempre ayuda saber por dónde tirar para la siguiente edición. En la que por cierto, participaré la semana que viene.. ¡Que se lo digan a Murakami con su Nobel!
¿Recordáis la que se monta todos los años en los medios de comunicación iberoamericanos con la competencia Messi-Cristiano Ronaldo cuando se acerca la fecha de entrega del Balón de Oro? Este año se ha cambiado el sistema de votaciones y gane quién gane, traerá polémica. O los ya mencionados Oscar, los Emmys, incluso los Ondas, que hubo gente que no quiso recibirlo porque coincidían con Jorge Javier Vázquez (¿el hombre que hundió Gran Hermano?). Y todo, en gran parte, por falta de transparencia en las votaciones y criterios. Lástima que no sean objetivos y cuantificables al 100%, todo aquello que conlleve subjetividad puede ser víctima de las críticas. Por ejemplo, la Bota de Oro al máximo goleador (o el Pichichi en España) es un premio totalmente objetivo, al máximo goleador de la temporada.
En galardones científicos tenemos muchas más dudas por la falta de información de los distintos proyectos. ¿El Nobel de Física de este año era merecido? Pues seguramente, mire usted. A ver si conoce otra investigación y me rebate que la premiada sea menos importante. Creo que este tuit lo refleja perfectamente.
Los de ciencia no hay cojones a discutirlos, eh?
— Rocío Benavente (@galatea128) October 13, 2016
En fin. Sí, los premios son interesantes e importantes para recompensar el esfuerzo en distintos campos. Como bien suele decir Emilio Rey, nunca llueve a gusto de todos.