El odio, haterismo que lo llaman ahora, no es nada nuevo. Llevamos conviviendo con él durante siglos y ha sido motor de cambios y guerras. Parece que hoy día todo es odio, allá por donde se mire. También es cierto que hay más maneras de demostrar ese odio y hacer que llegue a más personas gracias a las redes sociales. Digo todo esto porque tengo la sensación que de unos cuantos años hacia aquí ese odio vende muy bien. Será por la crisis, por la posverdad de las narices, el discurso de lo políticamente correcto o mandangas varias, pero creo que se está formando un negocio muy lucrativo para algunos alrededor de esta postura.
Recuerdo que en la carrera nos dijeron que el sensacionalismo no tenía cabida en los periódicos generalistas (al menos a niveles de The Sun) porque esos huecos ya los cubre la prensa del corazón y la deportiva. Totalmente de acuerdo. Aunque últimamente se han sensacionalizado ciertos diarios y han aparecido algunos que se mueven en este ambiente. Hablo de medios de comunicación como OK Diario, dirigido por Eduardo Inda, que tiene algunos titulares que son realmente sonrojantes. Ahí se internan en el sensacionalismo y se dejan cegar por el odio que les lleva al lado oscuro.
También me refiero al inefable señor del gorrito de Youtube que habla sobre videojuegos y al que se le conoce como Jino. No sé si lo habréis visto alguna vez, pero el algoritmo de Google no para de recomendármelo en una gran cantidad de vídeos. Un tipo con barba de tres días, gafas y, de vez en cuando, un gorro de lana de Avia (¿sigue existiendo esa marca?). Llama la atención con titulares como «El timo de X» o «Advertencia sobre X», habitualmente en esta última serie habla de juegos que todavía no han salido. Personalmente me genera mucha animadversión por su manera de pontificar y en la que parece que tiene la verdad absoluta. Nunca coincido con sus análisis y cuanto más oigo más me pongo de mala hostia. Llega un momento en el que parece que solo ve conspiraciones y las empresas son malvadas porque quieren sacarle el dinero a los jugadores. Un discurso cercano al odio (a mi modo de ver situado en esa zona hater) que le reporta beneficios mensuales en forma de aportaciones voluntarias de parte de su audiencia. El odio vende.
Un caso de última hora es el relacionado con el herido bilbaíno en el atropello de Berlín de anoche. Mención aparte merece lo que rodea a los atentados yihadistas en Europa en los últimos años y cómo han provocado odio y rechazo. También hay que citar a Ferreras, que con cualquier cosa te monta un especial par ano contarte demasiado. Vuelvo al caso del paisano atropellado en la capital alemana porque ha generado varios tuits de odio hacia su persona por sus inclinaciones ideológicas. Odio que genera odio que genera odio que genera odio. Un uróboros que no tiene salida.
Buen momento para recordar que estamos en Navidad y deberíamos pensar un poco más en positivo. Estaría bien aplicar más la ya famosa frase de Aless Gibaja de «cero dramas, siempre smile». No dejemos llevarnos por el odio que, como bien decía el Maestro Yoda, conduce al sufrimiento y de ahí al Lado Oscuro hay un santico nada más.