El guion de ‘Fe de etarras’ escrito por Borja Cobeaga y Diego San José lleva dando vueltas por despachos de directivos en España bastantes años. De hecho, casi desde el 2011 se oía hablar de la idea de este film que nadie tenía las narices de sacar adelante. La razón era, básicamente, su sinopsis. Un comando de ETA está en un piso franco de Madrid durante el mundial de 2010 que gana España. Como los autores son los guionistas de, entre otras cosas, «Vaya semanita», el producto final pintaba bastante bien. Nadie se atrevió a dar luz verde a este proyecto (con el título que finalmente recibe) hasta que entró Netflix en el terreno de juego. La plataforma de vídeo bajo demanda ha producido la película que se estrenará el próximo 12 de octubre (por seguir con las coñas). Esta edición del festival de cine de San Sebastián acojerá el preestreno de la cinta. Para promocionarla, la productora estadounidense ha decidido colgar una enorme pancarta donde se tacha la palabra «español» del cántico popular «Yo soy español, español, español». Momento que se ve en el trailer.
Toda esta producción ha venido rodeada de polémica, incluida la campaña publicitaria. Parece ser que se trata de una película ofensiva y que ese humor no tiene cabida en las redes sociales españolas de 2017. Borja Cobeaga, director y guionista de la película, ha declarado que solo hay dos diferencias entre «Fe de etarras» y «Vaya semanita»: la actividad armada de ETA y la no existencia de Twitter. En la época en la que pegó el boom (jeje) de «Vaya semanita» no hubo quejas al respecto. Es más, se alabó su contenido y sus elementos integradores para con la sociedad. El humor le quita hierro al asunto y lo hace más fácil de asimilar.
De hecho, yo siempre he dicho y diré que el principio del fin de ETA se asienta sobre este programa de la radiotelevisión pública vasca. El humor consiguió que una cosa seria como el terrorismo empezase a tomar otra dimensión y la sociedad empezase a perderle el miedo, con la consiguiente falta de efectividad. El humor siempre es bueno. Es bueno para la salud y es bueno para la sociedad. Los regímenes autoritarios siempre intentan acallar a los cómicos y humoristas. Por algo será.
Ahora tenemos una polémica montada sobre algo que hace una década nos parecía bien. Incluso con una banda terrorista asesinando a sangre fría. El humor que antes nos parecía bueno, ahora es algo que ofende. Lo que antes nos hacía reír, ahora hay que prohibirlo… ¿Merece la pena vivir tan puñeteramente enfadado con todo? ¿Qué le pasa por la cabeza a esa gente que vive indignada en Twitter y salta a la mínima? En fin, yo espero con muchas ganas
Coincido plenamente con tu punto de vista.