Todos los usuarios hardcore de Redes Sociales estamos acostumbrados a la publicidad, tanto que muchas veces ni la notamos. Llegado un punto, nos resbalan un poco los anuncios que podemos encontrar buceando entre tanta información. Está claro que las empresas tienen que vivir de algo y ese algo suelen ser nuestros datos y/o la publicidad. En este caso hablo de la publicidad en el sentido más tradicional, es decir, anuncios puros y duros, no el otro tipo de publicidad que las empresas hacen en los medios sociales.
Escribía hace unos meses sobre la publicidad mobile bajo el amparo del iRedes. Entonces me centré en los medios de comunicación y la puñetera importancia que le dan a los banner que joden la experiencia de usuario. Esos son los anuncios, más o menos, a los que hago referencia en Redes Sociales. Si nos paramos a pensar, Facebook es, probablemente, la red que más publicidad por centímetro cuadrado nos encasqueta cuando estamos navegando por su página. Desde los cajetines laterales hasta la que aparece bien grande en mitad de tu muro cada ciertas publicaciones con el supuesto interés de amigos tuyos en ese producto. Bien, creo que el caso de la efe azul es lo que no se debe de hacer.
La publicidad debe de estar bien insertada, que sea de cierta utilidad y no moleste en cierto grado al usuario. En caso contrario, se corre el riesgo de provocar rechazo en el sujeto y que nos salga el tiro por la culata. En este post me gustaría hablar de dos redes sociales que han sabido llevar los anuncios realmente bien y que se trata de la mejor publicidad nativa que he visto en alguna red social. Hablo de Twitter e Instagram.
La eterna duda de Twitter ha sido su incapacidad crónica para crear nuevos ingresos. En un primer momento consiguió dinero al abrir los mensajes de sus usuarios a las búsquedas de Google, Yahoo o Bing. Eso fue hace varios años, desde entonces se han centrado en buscar ingresos más o menos estables en base a la publicidad. No sé cómo les estará resultando, pero la experiencia, al menos para mi, es satisfactoria. Tanto a la hora de elaborar y lanzar campañas de anuncios como a la de recibirlos como usuario. Me parece que está integrada con gran inteligencia, sin armar mucho ruido y señalando muy bien que es eso, publicidad. No dejan de ser tuits con su Twitter Card y un aviso de «Promocionado» en amarillo. Cumple las normas básicas en cuento a utilidad. Es más, he marcado unos cuantos tuits patrocinados como favoritos para leer sus enlaces posteriormente, con algo más de tranquilidad. De los Trending Topics mejor no hablo que casi ni me fijo en ellos.
En el caso de Instagram, un poco más de lo mismo. Si bien es cierto que el único anuncio que he visto hasta la fecha era de la propia empresa, no deja de ser curioso cómo una filial de Facebook pueda integrar tan bien la publicidad en su sitio. Hasta ahora teníamos un montón de publicidad encubierta en Instagram, pero parece que eso va a tender a terminar. Lo digo, básicamente, porque igual sale más barato lanzar una campaña orientada a un target concreto (Instagram sabrá cuál o permitirá filtrar, supongo) que una campaña con influencers. O no, vete a saber, quizá la marca quiera que se vea reflejada en el espíritu que representa el influenciador en concreto.
Estas dos redes sociales me parecen el mejor ejemplo de buen trabajo en cuestión de publicidad nativa y bien integrada con el entorno. Si bien es cierto que a nadie le gusta ser avasallado por anuncios todo el rato, estos casos son mejor tolerados por la armonía que desprenden con el entorno. Hay que vivir con ellos, por lo que se agradece que funcionen bien y tengan utilidad dentro de lo que cabe. Además, se han democratizado las herramientas para crear campañas y cualquiera puede hacer una por un precio ajustado a sus necesidades. ¿Es la publicidad un mal necesario? Sí, pero hay formas y formas.