Desde que he empezado a trabajar en una tienda de bicicletas eléctricas tengo algo más de sensibilidad hacia la movilidad sostenible y las búsquedas de una ordenación del espacio público más equitativas. Aunque tengo licencia para conducir, no lo hago habitualmente. El trayecto que más realizo a lo largo del año es el de casa al aeropuerto y vuelta con el coche de mi padre. Lo demás, apenas conduzco. No lo echo de menos, por suerte vivo en una zona con buenas conexiones en transporte público y apenas necesito usar el privado. Por ello estoy a favor de las peatonalizaciones de las calles y que el peatón gane más espacio en las ciudades.
Las urbes españolas están muy pensadas para el tráfico rodado de vehículos privados. No me refiero a bicicletas, precisamente. Los coches ocupan gran parte del espacio y tienden a ser las protagonistas. Se empieza a dar un vuelco a esta situación y cada vez hay más calles peatonales o en las que el ciudadano de a pie (esta vez está bien traído) tiene preferencia. Ese es el camino, mejorar la calidad de vida de los vecinos.
En Madrid, la corporación municipal, encabezada por Manuela Carmena, ha decidido quitarle espacio a los coches en parte de la calle Atocha y se ha montado una pequeña movida con los comerciantes de la zona que no quieren que se lleve a cabo. Comerciantes agarrados a la idea que los coches van a provocar más ventas que los peatones. Una idea un tanto absurda, ¿cómo es posible que los coches den más ventas que los peatones en negocios y comercios que no tienen que ver con los automóviles? Si fuese una calle plagada de talleres mecánicos, tendría algo más sentido, pero no es el caso.
Justo ayer descubrí un enlace muy interesante en Twitter sobre la movilidad sostenible. Por resumirlo (aunque es interesante leerlo), el texto dice que la movilidad sostenible es impopular. Nadie quiere perder plazas de aparcamiento o fastidiarse por tener que dar vueltas y más vueltas para salir o entrar. Cerrar calles, hacerlas peatonales y obligar a la gente a dejar el coche lejos de su destino es una jodienda para aquellos que utilizan su vehículo privado para un montón de funciones.
Al final, los peatones vemos reducido nuestros espacios en favor de los vehículos privados. Carreteras y plazas de aparcamiento acaban por ocupar gran parte de las ciudades y éstas se diseñan pensando en el transporte privado. Como bien decía el post que enlazaba antes, los coches son minoría respecto a los peatones, pero tienen una fuerza inmensa. Incluso a niveles de ayudas. El gobierno central sacó a las bicicletas eléctricas del Plan Movea para subvenciones a vehículos eléctricos. Un medio de transporte limpio y eficiente que se ve perjudicado en favor de los coches. Coches que tienen, por cierto, una cantidad importante de ayudas anuales para incentivar su compra.
¿Y lo bien que quedan las calles que han sido peatonalizadas? Hay más vida, más tranquilidad. Florecen las terrazas, los negocios suelen prosperar… A excepción de los meses de obras (años en algunos casos), la peatonalización de las calles es un acontecimiento interesante y muy a tener en cuenta. Deberíamos luchar por más espacios peatonales en vez de pedir más sitio para aparcar. Ciudades para personas, no para vehículos.