De las Bellas Artes, mi favorita siempre ha sido la primera, la arquitectura. Es un arte que aprecio más y mejor que la pintura o la escultura. Me maravilla bastante más ver una catedral del siglo X que ‘Las Meninas’ de Velázquez, aunque no le resto mérito al maestro sevillano. Al final, la arquitectura nos rodea y vivimos en torno a las diferentes construcciones en las que habitamos. Desde la chabola más humilde hasta la última gran obra de Santiago Calatrava. La arquitectura y la configuración urbana son dos temas que, desde siempre, me han gustado y fascinado.
Una construcción, más bien tipo de negocio, que siempre me ha llamado la atención y me ha gustado mucho ha sido la gasolinera en entorno urbano. Esas estaciones de servicio pequeñas, enclavadas entre edificios, en mitad de una gran ciudad que dan distintos servicios a su entorno. Por un lado ejercen de punto de repostaje para vehículos, claro, pero por otro son una tienda muy útil para ciertos consumibles y, sobre todo, por los horarios que tienen. Cierto es que tal vez no haga demasiada gracia tener uan debajo de casa, pero aquellas mimetizadas en el entorno de la ciudad tienen su encanto.
En Algorta, mi barrio, tenemos una gasolinera en el centro de la ciudad. Es una de las carreteras que salen de casco urbano y van hacia la playa (o entran, dependiendo de la dirección) y es la que hemos utlizado durante muchos años para repostar nuestros vehículos. Que yo recuerde ha pasado a ser de Repsol a Petronor y durante los años que cogí el autobús del colegio y la universidad ahí, estuve viendo cómo iba subiendo el precio del carburante de manera progresiva. ¡Y la de veces que he ido a por hielo a esa gasolinera! O a hinchar las ruedas de la bici o el balón de turno antes de ir a jugar alguna pachanguilla.
Resulta que el otro día, al pasar junto a ella vi que estaba cerrada y andaban desmontándola, como se ve en la imagen que ilustra este post. Pensaba que sería una renovación y cambio de imagen, pero no es así. Al comentarlo en casa me dijeron que no, la estaban desmantelando porque ya no se iba a utilizar más. Adiós a la gasolinera urbana del barrio. Adiós a la tiendecita donde he comprado periódicos y hielo. Adiós al lugar de abastecimiento de alcohol más cercano para algunas lonjas de chavales de la zona. Adiós a varios puestos de trabajo.Adiós a la estación de servicio (en todos los sentidos).
Si bien podemos pensar que las gasolineras son negocios condenados a desaparecer como los videoclubs o los kioscos (por más que me repatee), si que tienen posibilidad de darle una vuelta y adaptarse a los tiempos que corren. Todavía quedan años de coches con gasolina, pero incluir cargadores electrícos (al estilo de los supercargadores Tesla) puede ser una opción inteligente. Si además permite la recarga de dispositivos móviles en pocos minutos (ya hay prototipos que lo hacen) mejor que mejor. Además, intentar añadir mayor variedad a la tiendecilla siempre es una buena idea. ¡Será por ideas!
Entiendo que por razones de seguridad, salud o motivos económicos se vaya a desmantelar la gasolinera. Espero que no les de por construir un feo edificio encima (no sé si las condiciones ambientales lo permitirían). Un pequeño guiño al pasado, como lo son actualmente las cabinas telefónicas, para dejar que el paso de los años añada valor a esos edificios tan curiosos que poblaban nuestras carreteras y ayudaron a vertebrar el país, dar de comer (literal y figuradamente) a tantas personas y poner en el mapa ciertas poblaciones por las que no se hubiese pasado de no ser para repostar carburante. Una pena.