No es ningún secreto que soy fanático del Athletic Club. Es el equipo de fútbol de la ciudad en la que nací y trato de seguir la mayoría de sus partidos. En Twitter no es raro que me veáis cantando goles con alegría y devoción. Es cierto que esta temporada estoy pasando un poco más de la cuenta del tema. Se han juntado bastantes cosas al respecto. Gran parte de ellas derivadas de la estrategia de negocio que tiene la Liga de Fútbol Profesional y de la manifestación expresa de que el fútbol es, en definitiva (y eso que ya lo sabíamos), un puñetero negocio. Pero no quiero hablar de la Liga en concreto. De hecho, ni siquiera voy a hablar (demasiado) de fútbol. Quiero hablar sobre lo que rodea a las dos finales de Copa que va a disputar el Athletic en abril.
Por si no lo sabéis, os pongo rápidamente en antecedentes. La final de la Copa del Rey del año pasado se suspendió sin fecha fija a petición de los dos equipos (Athletic Club y Real Sociedad) para jugarla en algún momento futuro con público. La evolución de la pandemia postergó el acontecimiento y se acabó fijando la fecha para el 3 de abril porque había que disputarla antes de la final de la siguiente edición. Casualidades de la vida, el Athletic también jugará la final del torneo de este año, aunque contra el F.C. Barcelona. Ambas tendrán como escenario el Estadio Olímpico de La Cartuja en Sevilla.
Así pues, la pandemia obligó a suspender la final para que los aficionados de ambos equipos pudieran disfrutar de la fiesta del fútbol (vasco). Primera final entre ambos equipos y encima rivales acérrimos. Cuando se fijó la nueva fecha en 2021 se dijo que se jugaría a puerta cerrada. Como se lleva jugando al fútbol desde junio del año pasado y como se celebró, por ejemplo, la Supercopa de España. O eso parecía. O eso parece. Todavía no hay nada confirmado, pero se empieza a rumorear cada vez con más fuerza la posible asistencia de público a La Cartuja. Alrededor de un 20 o un 25% del aforo. Como digo, son solo rumores. El Gobierno de España ya ha salido a negar taxativamente la posibilidad de permitir público en esos partidos y es ahí donde empieza mi reflexión de hoy. No está mal, tres párrafos de pura paja para empezar con lo que quiero contar.
También esta semana hemos tenido noticias sobre la Eurocopa 2020. El torneo continental de selecciones se pospuso por razones sanitarias, así como los Juegos Olímpicos de (Neo)Tokio 2020. La idea de la UEFA era bastante atractiva e interesante: celebrar la Eurocopa por todo Europa. Veinte sedes en veinte países iban a servir para aunar el fútbol y hacer disfrutar a todo el continente de un torneo muy interesante. La sede española del torneo iba a ser Bilbao, en el campo de fútbol de San Mamés, donde juega el Athletic de local. La Euro 2020 se trasladó a este verano y, al parecer, se mantiene la idea de llenar los campos con las entradas que se pusieron a la venta en 2019 y que se agotaron.
Por lo tanto, nos encontramos con que hay, al parecer, dos directrices distintas con poco menos de dos meses de diferencia y una pandemia global. Como todo está en el aire, no sabemos lo que va a acabar sucediendo. Ni a niveles de contagios, hospitalizaciones y muertes, ni sobre la celebración de los citados partidos internacionales. Parece que permitir la llegada de extranjeros procedentes de toda Europa (Suecia, Polonia y Eslovaquia, además de españoles de todos los rincones de la piel de toro) no supone ningún problema. Solo hay que ver las aerolíneas y agencias de viajes vendiendo paquetes vacacionales en las costas de España para esta Semana Santa.
Mi reflexión y cabreo viene con la falta de unidad en los criterios. Me parece bien que no se permita público en La Cartuja. En mi opinión tampoco deberían ir los presidentes, organizadores o representantes públicos. Nadie más allá de los imprescindibles, pero esa es otra historia. Sin público en La Cartuja, pero también en San Mamés para la Eurocopa. Todo o nada. Y con unos criterios similares para otros eventos de este estilo.
Hace poco sabíamos que se va a celebrar en mayo un concierto en Barcelona para 5000 personas en un recinto cerrado. Se realizará test de antígenos para poder acudir y, seguramente, se pondrán otras medidas para evitar contagios. También tenemos en la memoria aquel concierto navideño de Raphael en Madrid con buena afluencia. Al parecer se pueden juntar personas en recintos cerrados, pero es complicado hacerlo en estadios al aire libre. Como digo, todo o nada. Se pueden poner muchas medidas y de muchas maneras para proteger a los asistentes.
De hecho, ni siquiera estoy hablando de la posibilidad de viajar hasta Sevilla para asistir a la celebración de la Copa. Si las medidas en vigor en esas fechas impiden la movilidad geográfica (que seguramente lo hagan tal y como están las cosas), se tienen que respetar. Y punto. Si no pueden ir aficionados bilbaínos a la final, mala suerte. Si solo pueden acudir sevillanos o residentes en la capital andaluza, que así sea. La seguridad y la salud es lo primero. Y no, en este caso no son palabras vacías.
Lo que quiero decir con este post es, básicamente, que me gustaría (lo sé, soy un iluso y un utópico soñador) que se mantengan los mismos criterios. Y si es una locura llenar estadios (o permitir el público en un 20-25%), que lo sea también para otros acontecimientos como la Eurocopa. Obviamente a mí me interesa este tema lo justo porque afecta a mi equipo. Si fuesen otros los que se jugaran el título, seguramente ni me hubiera molestado en escribir esta reflexión. Es lo que tiene el fútbol y el amor por los colores.