Imagen de Vilma Núñez (robada, por supuesto).

Ayer, mientras volaba desde Estocolmo a Alicante, pude cazar una actualización de Facebook de Alma Botxera (@AlmaBotxera) sobre cierta publicación digital. Se trataba de Very Bilbao, una publicación que se define como «una guía de estilo de Bilbao». La típica publicación sobre qué hacer, qué comer o qué beber en la ciudad que tan de moda se ha puesto últimamente. En este caso, la queja de Alma Botxera era sobre las recomendaciones que daban. Según él, en Very Bilbao cobran por las recomendaciones y eso les resta credibilidad. Muy de acuerdo al respecto.

El caso de Very Bilbao me recordó a una cosa que comentaba Malu (@inmybackstage) en su blog. Era sobre el código de confianza de los blogs. Curiosamente no lo conocía. Se tratan de unas insignias que miden el nivel de colaboración entre la marca y el blog. Es un ejercicio de confianza para con el lector que no muchos ponen y son pocos los que se fijan. Un tema muy interesante. Me alegro que una chica como Malu se anime a hacer algo así. No tomar por tontos a los lectores.

Volviendo al caso que mencionaba antes, en Very Bilbao no veo por ninguna parte que ese texto es patrocinado. Es muy importante, para el lector, saber si te han pagado algo o no cuando escribes sobre ese tema. En mi caso personal, cuando me invitan a algo para que después hable sobre eso (si quiero, claro) lo pongo. No me importa decir que Lexus me invitó a un blogtrip o que medio cenamos en el Wiché a costa de ellos. Porque no quiero tomar por tontos a mis lectores. Yo no he recibido dinero por escribir un post en mis blogs en varios años. Y cuando lo he hecho, he dejado constancia de ello.

Volvemos al viejo tema de la credibilidad del blogger. Yo entiendo que se hagan colaboraciones, pero como mínimo hay que mencionar los términos. No es lo mismo, como decía Malu, que te regalen algo o que solo te lo dejen probarlo. Reitero, no me toméis por tonto, influencers míos. Si os leo es por algo, pero no me gusta que me engañéis. Si esa cámara tan chachi que habéis probado es un regalo, decídmelo. Porque hablar bien de algo porque te apasiona es totalmente distinto a hacerlo por obligación moral.

Es cierto que en muchos de esos email dicen «si quieres hablar mal, puedes». Es cierto que mucho lo decimos, pero pocos lo hacemos. En parte porque no hay motivos, en parte porque queda mal. Pero estáis poniendo en juego vuestra reputación y estatus de influencer. No intentéis engañarnos, que al final todo se sabe. Es lo que ha pasado con Very Bilbao. En este caso, no creo que me sienta cómodo siguiendo sus recomendaciones ahora que sé que cobrar por ellas y no lo dicen.

¿Y en vuestro caso? ¿Os ha pasado algo así alguna vez? ¿Os habéis sentido engañados por blogs? ¿Os han pagado por algún artículo favorable? Me interesa mucho todo eso.

por Bori

5 comentario en “No me tomes por tonto, pavo”
  1. Nosotras siempre decimos si el post es «patrocinado». Creo que es bueno xa todos, lectores, marcas y bloggers.
    Algunos no lo ponen pero se nota…

  2. Querido este es un tema tan candente como delicioso, pero creo que los lectores no son tontos y oye, que te paguen por escribir sobre algo esta bien, pero creo que la honestidad más que en decirlo a los 4 vientos, esta en ser honesto con las acciones que hacemos y con quienes las hacemos, ahí esta la credibilidad del blogger , intento que eso también se refleje en mi trabajo, y tener la libertad de saber decir que si y que no, eso logra que obviamente no pueda vivir a 100% de ser blogger, pero al mismo tiempo me permite vivir de manera honesta y contando a mis lectores algo en lo que creo de verdad.

    Un post genial como siempre querido!

  3. Gracias, Charlie. Eres genial. Yo me he dado cuenta que la mayoría de lectores provienen de Google y no son recurrentes, por lo que no me conocen y no saben lo que hago. Si a esa gente que viene de casualidad le ‘timo’ porque les miento, ¿qué clase de bloguero soy?

  4. Sí, pero hay veces que busco información rápida y no me paro a leer. Luego pasa lo que pasa. Muchas gracias por el comentario, Gilda.

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