Si Euskadi fuese una madre y las tres capitales fueran sus hijas, los roles derivados de una típica película o teleserie estadounidense ser verían claramente. Donostia sería la hija guapa, la que todos quieren y en la que piensan la mayoría. Le gustaría el cine, el jazz y la buena cocina. Pelín recatada y algo aburrida, pero la nuera perfecta. Con cierto gusto por los deportes, no los vive tan intensamente como sus hermanas. Antitaurina, pero con alguna que otra duda al respecto. Dice que es la que más quiere a su ama, al menos el último novio le ha salido del Bildu.
Bilbao, en cambio, sería el patito feo. Tras abandonar la pubertad, en este caso reconversión industrial, se demostraría que ha salido a su hermana, la Bella Easo. Muy deportista, sobre todo futbolera y del Athletic, y con inquietudes culturares raras y dispares. Le iría mucho la arquitectura y, durante la etapa formativa, estaría entre los empollones de clase. También tuvo su etapa rebelde y punki de chupa de cuero y música radical, pero solo quedan algún que otro deje. Nada apreciable. La hija mayor de la familia sería Vitoria-Gasteiz. La que poca gente piensa al hablar de la familia Euskadi. La más sobria y tranquila. Amante del jazz como su hermana y, a juzgar por los últimos premios, hemos descubierto que sabe cocinar al nivel de sus hermanas pequeñas. Ecologista por convicción, utiliza la bicicleta para ir a todas partes. Fan absoluta del baloncesto, vibra con el Baskonia Ha hecho del verde su bandera y quiere que se vea. Ella es verde.
¡Qué fácil lo tiene Donostia con lo guapa que es! ¡Qué guapa ha quedado Bilbao! ¡Qué simpática que es Vitoria-Gasteiz! Y qué buenas hijas le han salido a Euskadi.
Álvaro Bohórquez. Autor de ‘El Txoko de Bori’ y columnista habitual de ‘Blog de Bori’.